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Con inversiones bien orientadas y voluntad política, la capital rusa se está transformando en un núcleo urbano dinámico y actual. Además, escribe Andy Snow, eso se traducirá en mejor calidad de vida para sus ciudadanos.

Grande, llamativa y llena de energía, Moscú es una ciudad que sabe impactar. Sus atractivos son muchos — entre otros, museos de talla mundial, monumentos y un centro urbano en plena regeneración — pero resulta imposible obviar sus inconvenientes. Carreteras atascadas, una arquitectura aplastante y un clima implacable pasan factura tanto a los moscovitas como a los visitantes.

Sin embargo, algo se está cociendo. Moscú está experimentando un cambio; se renueva, transformándose en una ciudad cosmopolita. De repente el urbanismo está en boca de todos y Moscú vuelve a interesarse por ser atractivo a la vez que funcional. La transformación física que vive ahora esta capital va emparejada a una apuesta por los avances tecnológicos, lo cual la está convirtiendo en una ciudad inteligente líder en el mundo. Una ciudad que utiliza la tecnología digital para gestionarse de forma más eficaz y mejorar el bienestar de sus ciudadanos.

Una panorámica compleja

Con casi 17 millones de habitantes, Moscú es una las ciudades más pobladas de Europa y la 16 en el ranking mundial, cubriendo una superficie de 2.900km2, comparado con los 3.000km2 de Berlín o los 3.700km2 de París. Su modelo urbano es monocéntrico, el corazón de la ciudad está organizado en torno a sus zonas comerciales e históricas. Los atascos y la contaminación son significativos, ya que muchas personas recorren cada día la ruta de ida y vuelta desde los barrios residenciales de las afueras hasta las zonas más comerciales del centro.

En una ciudad tan inmensa como Moscú, ése viaje diario para ir a trabajar se convierte en una auténtica odisea, poniendo de relieve un factor crítico: las zonas de servicios están demasiado lejos como para llegar sin transporte. Durante mucho tiempo, la ciudad ha tenido que dar prioridad al transporte por carretera; el Anillo de los Jardines, una vía de circunvalación con 16 carriles, sirve como ejemplo. A veces permite viajar con rapidez de un distrito a otro pero en muchas ocasiones se convierte en un atasco kilométrico, dificultando la circulación en toda la ciudad.

Durante los últimos cinco años, Moscú ha dado grandes pasos para enfrentarse a esos problemas y el cambio positivo en las zonas más céntricas de la ciudad es innegable. Gran parte del centro se ha visto revitalizado por nuevos parques, calles peatonales y carriles bici, dando lugar a una vibrante cultura urbana que se sitúa al mismo nivel que cualquier otra ciudad global.

Más allá del centro, sin embargo, Moscú cuenta con grandes parcelas industriales en declive o directamente abandonadas. En el año 2000, el 17 por ciento del terreno de Moscú era de uso industrial, bien en activo o sin aprovechar. Tras el cierre de muchas fábricas en los 90, los terrenos cayeron en desuso y siguieron así durante casi dos décadas.

Derribando muros

Los llamados “Khrushchevki” — edificios de apartamentos en cinco plantas, de bajo coste y de hormigón, construidos durante el gobierno del líder soviético, Nikitia Khruschev — tienen sus días contados. Levantados en masa a finales de los 50, algunos de estos edificios ya han sido demolidos. Pero los planes que el gobierno de Moscú ha anunciado para este año son los más ambiciosos hasta la fecha: su intención es derribar 8000 edificios, donde actualmente viven 1,6 millones de personas, y reemplazarlos con nuevas viviendas de alta densidad.

La recuperación de grandes extensiones de terreno, tanto de zonas industriales como de los barrios ocupados por los “Khrushchevki,” permitirá una descentralización de Moscú y un cambio en el funcionamiento de la ciudad. Las nuevas zonas de uso mixto, situadas en las afueras, se organizarán en torno a los intercambiadores de transporte público, que también se verán renovados. Todo dará lugar a un urbanismo nuevo, cambiando la forma de interactuar con los edificios y los espacios entre ellos, como por ejemplo parques y otras infraestructuras.

Un despertar urbanístico

Para los ciudadanos, ese nuevo urbanismo brindará una gran variedad de posibilidades. Edificios de mayor calidad, más conectados, harán que la gente pueda ir andando a sus destinos en vez de usar el coche. Habrá destinos apetecibles fuera del centro de la ciudad.

Moscú pretende reproducir el éxito alcanzado por proyectos similares en otros puntos del planeta, dado que ha llegado a este nivel de regeneración un poco más tarde que otras ciudades post-industriales. Esto es otro punto a su favor: puede aprender de los aciertos y de los errores cometidos en proyectos similares de regeneración industrial.

El día a día del capital rusa ya se impregna de modernidad. Junto con su renovación urbanística, desde hace seis años Moscú trabaja para llegar a ser una ciudad inteligente. Ha sido pionera en el gobierno electrónico, haciendo que los servicios públicos estén disponibles para los ciudadanos de forma digital; ha seguido el desarrollo de una red integrada de transporte público; y en los centros educativos, está invirtiendo en tecnología para trasformar las aulas de la capital. Los visitantes de Moscú pueden observar perfectamente como la ciudad acoge las nuevas tecnologías: los moscovitas están pegados a sus móviles o tabletas y disponen de wifi gratis en los espacios y vehículos públicos. También tienen acceso a puntos de recarga para sus dispositivos electrónicos en las estaciones de tren y autobús.

Emprender un nuevo camino

Moscú pretende seguir adelante en su apuesta por el trabajo conjunto de los sectores públicos y privados con el fin de regenerar las zonas urbanas y desarrollar tecnologías para una ciudad inteligente. Esto incluye, por ejemplo, la realidad virtual o aumentada, la inteligencia artificial en forma de bots conversacionales y blockchain, una contabilidad digital que guarda un registro transparente e inmutable de todas las transacciones realizadas en la red.

Las colaboraciones entre empresas tecnológicas privadas y el gobierno están impulsando estos avances. Hay numerosos concursos públicos para proyectos clave de urbanismo, desde la regeneración de antiguas zonas industriales hasta la recuperación del Río Moscova y la ecología de sus alrededores.

Lo que demuestra claramente el caso de Moscú es que, con una inversión acertada y voluntad política, las ciudades pueden transformarse en núcleos urbanos sostenibles e inteligentes con potencial para mejorar el día a día de sus habitantes. Con la estrategia correcta y la implementación adecuada tanto del urbanismo actual como de la tecnología, Moscú puede involucrar a sus ciudadanos, proporcionarles más herramientas para realizarse y conseguir una mejor calidad de vida para todos.